Bebés desaparecidos: El encubrimiento de Carlotto
Estela de Carlotto fue una pieza fundamental durante el gobierno de la familia Kirchner para esconder la trata de bebés que existe en la República Argentina, desgracia humana ésta que paulatinamente está haciendo desaparecer el instituto jurídico de la adopción, suplantándolo por la apropiación de hijos de madres pobres, sin fuerzas para resistir, debilitadas por la falta de instrucción, con la voluntad viciada por el hambre y la humillación provocada por mafias conformadas por la asociación de delincuentes comunes con funcionarios públicos, cuyas actividades desempeñan sin obstáculos en tres zonas liberadas del territorio nacional.
Ha logrado esta mujer hacerle creer a la comunidad nacional e internacional que los únicos bebés desaparecidos son los del proceso militar (1976/1983) perversión que aún permite la comercialización libre de bebés hacia destinos inconfesables como: la pornografía y la prostitución infantil, el cumplimiento de roles de hijos dentro y fuera del país, el desguace de órganos, el traslado de sustancias en sus genitales (mulas), para la práctica de sexo oral de parroquianos en bodegones latinoamericanos y hasta para ritos satánicos.
Estela de Carlotto se prestó a este juego y fue beneficiaria del ingreso de parientes y amigos en altos cargos públicos, subsidios millonarios provenientes del erario público sin obligación de rendición, viajes, reconocimientos, condecoraciones, dineros cuyos montos nadie conoce percibidos como responsable del Comité de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, una especie de “asociación” extraña que nunca realizó ningún control ni informe de la realidad de la infancia en Argentina y menos por supuesto alertó a las organizaciones internacionales sobre la desaparición sistemática de otros bebés que no sean los de las letanías que sirvieron para encubrir el dolor de estos bebés y sus negocios.
Lo que jamás podrá hacer esta señora es justificar que en 40 años “sus buscados” fueron los únicos bebés desaparecidos, ni porqué fue funcional a este ocultamiento que políticamente al kirchnerísmo le convenía ocultar.
Para el beneficio de su escalada desaprensiva Carlotto también ocultó las más de 28.000 notas que recibió su fundación pidiendo ayuda para la búsqueda de orígenes biológicos que rechazó en silencio por el hecho de que no correspondían al período de la dictadura militar y la existencia de más de 3.500.000 argentinos (hijos, madres, padres y parientes) que deambulan sin ningún tipo de contención buscando su verdadera identidad de origen.
No hay ninguna duda que los Derechos Humanos fueron un negocio que se mantuvo gracias al dinero de la gente y el dolor de muchos bebés, niños, niñas, adolescentes, mujeres y hombres que dicho sea de paso ningún funcionario conoce ni tiene idea sobre quiénes ni cuantos son.
Los Derechos Humanos en Argentina estuvieron signados siempre por la controversia en las cifras que se manejaron a espaldas de la Sociedad sin ningún tipo de explicaciones como: la verdadera cantidad de desaparecidos en el proceso militar, sobre cuántas fueron las víctimas inocentes que murieron en aquella circunstancia violenta, la verdadera cantidad de mujeres desaparecidas con fines de explotación sexual, la verdadera cantidad e identidad de las mujeres “rescatadas” en ese negocio, la cantidad de subsidios y dineros mal habidos a través de estafas monumentales protagonizadas en este ámbito y la cantidad de dineros con las que se compró a tres organizaciones sociales para la construcción del sueño de la vivienda propia de los argentinos,la donación de predios militares para la edificación de jardines de infantes (¿?) y cuestiones alejadísimas de las misiones y visiones que se supone debiera tener una organización no gubernamental de derechos humanos ni tampoco la cantidad de organizaciones serias que también escondieron y persiguieron para que no se vaya a conocer la verdad.
Imágenes y Video de la realidad oculta de los otros bebés
Video – Los otros bebés desaparecidos
Escribió Julio César Ruiz