Un ladrón llamado Bernardino

En la Argentina, 26 obispos y arzobispos retirados cobran jubilaciones de privilegio, aun sin haber hecho aportes en todas su vida. Son, por así decirlo, “jubilaciones divinas”, que están abonadas por el Gobierno Nacional, cuyo dinero, por supuesto, es extraído de las arcas de la gran teta, llamada ANSES, que sigue proveyendo de todo para todos.

Son abonadas, mensualmente con el aporte, por cierto, de los creyentes y los no creyentes e incluso los dineros de aquellos pertenecientes a otros cultos religiosos.

El Decreto-Ley 21.540, sobre la “Asignación a determinados dignatarios pertenecientes al Culto Católico Apostólico Romano”, fue sancionada el 25 de febrero de 1977. A través de ella, la dictadura dispuso que arzobispos y obispos retirados gozaran “de una asignación mensual y vitalicia equivalente al 70% de la remuneración fijada al cargo de Juez Nacional de Primera Instancia”.

Además, se determinó que este dinero fuese otorgado a los prelados que acreditaran “75 años de edad o incapacidad” y que la remuneración sería “móvil”, con lo que, a cada aumento del sueldo básico de los magistrados, se produce, en forma automática, el aumento de estos privilegios.

Para que se comprenda, una especie de 82% móvil, sistema éste que se le viene negando, sin solución de continuidad a los  jubilados argentinos comunes, me refiero a los no consagrados por la Iglesia Católica, en sus máximas jerarquías.

Pero, a diferencia de lo que sucedió con otros  decretos-leyes, que fueron modificados o derogados, esta norma, aún se mantiene intacta. A esta altura de esta editorial nos preguntamos: qué es más aberrante, que Jorge Videla lo haya impuesto, o que los sucesivos gobiernos democráticos hayan continuado aceptándolo, cuando representa una flagrante injusticia, para una clase de la sociedad, a ojos vista descontenida, agraviada, que vive, en la mayoría de los casos, gracias a la ayuda de sus familiares.

El universo de quienes están habilitados a percibir este privilegio se compone de 27 obispos y siete arzobispos eméritos –es decir, retirados–, lo que arroja un total de 34 casos.

Sin embargo, algunos pocos, decidieron no recibir esta asignación especial, como sucede con Paulino Reale, ex obispo de Venado Tuerto, quien explicó: “No tramité el beneficio porque me acostumbré a vivir con poco. Los que lo cobran, bueno, es una decisión personal. Tiene que ver con cómo y dónde quieren vivir.” El mismo camino siguieron, también, los arzobispos eméritos Estanislao Karlic, de Paraná, y Eduardo Mirás, de Rosario.

Quienes sí accedieron a este privilegio conforman, según informó la Secretaría de Culto de la Nación, un total de 26 religiosos: 21 obispos y cinco arzobispos.

Siguiendo la medida del 70% del salario de un juez nacional de primera instancia –que en la actualidad cobra exactamente un básico de $ 15.805,94– cada uno de los prelados que se acogieron a este ventajoso régimen percibe $ 11.060 al mes, lo que equivale a más de 10 jubilaciones mínimas, de argentinos, que como mínimo, hicieron sus aportes durante 30 años.

Dicho de otra forma: un solo “jubilado celestial”, cobra lo mismo que 10 terraqueos.  Y si se suman los 26 casos confirmados por la Secretaría de Culto, los casi 3,5 millones de pesos que las arcas públicas deben erogar al año para este fin, equivalen a 12.500 asignaciones universales por hijo o a 2.400 jubilaciones mínimas, cálculos éstos, por supuesto, al día de esta editorial.

La Secretaría de Culto mantienen bajo llave la nómina de prelados que reciben estas jubilaciones. Sin embargo, se sabe, algunos nombres, pero, es interesante comparar sus declaraciones, con las que imaginariamente hubiera dicho Jesús, frente a un mismo hecho.

Moisés Blanchoud, prelado emérito de Salta

Observaciones: El arzobispo emérito de Salta, Moisés Blanchoud, que cobra este beneficio desde 2003, lo sostiene más como una reivindicación, ya que declaró: “Es, simplemente, lo que el gobierno nacional debe devolver a la Iglesia Católica por lo que nos robó la presidencia de Rivadavia en 1822.” 

Domingo Castagna, de Corrientes
Rubén Di Monte de Mercedes

Observaciones: Monseñor Ruben Di Monte, creador del dispositivo para proteger la imagen de la Virgen de Luján, cuyo costo ascendió a 100 mil dólares

Monseñor Mario Maulión de Paraná
Monseñor Edgardo Storni de Santa Fe

Observaciones: Monseñor Edgardo Storni, de Santa Fe, condenado por abuso sexual de niños acólitos en el 2009, pena que nunca cumplió por cuanto el juicio, sorpresivamente fue anulado, sin causa justificada. Falleció recientemente, el día.

Pero los privilegios de este pederastas no terminaron allí. A pesar que el Decreto de Videla expresa para mayores de 75 años, Storni lo percibe desde los 66 años.  Pese a todo, Storni retuvo su título de arzobispo emérito y continuó cobrando su asignación especial. En ese lapso, por este concepto embolsó más de 500 mil pesos.

Justo Oscar Laguna

Observaciones: El ex obispo de Morón Justo Oscar Laguna, recientemente fallecido, había accedido a este beneficio a principios del año 2005, aseguró que “la asignación apenas supera los 7.000 pesos y debería ser mucho más, porque ese monto, no alcanza para nada”.

Monseñor Justo Oscar Laguna, justificó la enorme distancia entre una jubilación ordinaria y la asignación especial que perciben los prelados argentinos diciéndo: “¿Sabe cuántos años fui obispo? Cincuenta. ¿A usted le parece que un lavacopas debería tener la misma jubilación que un obispo? A mí me parece que no.” No olvidemos, que Laguna el primer sacerdote católico procesado en una causa por Derechos Humanos (al mentir sobre el asesinato del obispo de San Nicolás, Carlos Ponce de León, durante la última dictadura.

Miguel Hesayne de Viedma

 Observaciones: El obispo emérito de Viedma, Miguel Hesayne, retirado desde 1995, adujo que “su consulta es lo mismo que si yo le preguntase cuánta plata tiene en el bolsillo”. Idéntica respuesta planteó el ex obispo de Cafayate, Cipriano García Fernández, quien manifestó encontrarse “muy ocupado” para referirse al tema.

Pedro Lira de San Francisco

Observaciones: Pedro Lira de San Francisco. En la actualidad tiene 97 años, explicó que cobra esta asignación desde hace más de dos décadas y que  “Es un dinero para gente culta y no tan sólo para los obispos”, pero aún continuó diciendo: “Esta ley la dieron los militares, y en esto hay que respetarlos, porque la cultura está despreciada en este país. Gracias a Dios se introdujo esta ley.” En un determinado momento, Lira dio por concluida abruptamente la entrevista diciendole al periodistas: “Usted, periodista, tiene una curiosidad morbosa. La curiosidad no es de varón, es de mujer”.

Jorge Lona de San Luis

 Observaciones: Jorge Lona de San Miguel. El obispo emérito de San Luis, Jorge Lona, consideró: “Esta asignación es parte de lo que dicta la Constitución Nacional. He cumplido mi responsabilidad durante mis años de actividad y me parece que no debe ser motivo de escándalo.”

Néstor Navarro de Río Negro
José Pedro Pozzi de Río Negro
Cipriano García Fernández de Cafayate
Rinaldo Bredice de Santa Rosa
Bernardo Witte de Concepción
José Sartori de Chaco
Pedro Ronchino de Comodoro Rivadavia
Emilio Bianchi Di Cárcano de Azul
Guillermo Leaden de Buenos Aires
Monseñor Antonio Baseotto, Obispo de Añatuya y ex vicario castrense

Observaciones: Monseñor Antonio Baseotto. Bien le cabe, para estos dioses hechos hombres en la tierra, una frase que solía decir su mismo benefactor, Jorge Rafael Videla con asiduidad: “un terrorista no es solamente alguien con un arma de fuego o una bomba, sino también alguien que difunde ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana”

…un ejemplo perfecto de ello, es el obispo Antonio Baseotto, incluido en este listado, ex vicario castrense, que a pesar de estar denunciado por Fundación Adoptar por tráfico y trata de bebés, conjuntamente con su hermana, María Rita Baseotto, ambos, fueron sobreseídos, por el Juez del Crimen de Añatuya, Santiago del Estero, Dr. Alvaro Mansilla, sin siquiera haberlos citado a declarar.

A pesar de esto, el Papa Benedicto, al momento de su jubilación lo felicitó “por su profunda comprensión de la Doctrina Cristiana”.

Algunos expertos, sobre la materia opinaron:

“Si bien todas estas remuneraciones se sustentan en instrumentos legales, no son legítimas, ya que fueron decretadas por la dictadura militar”, sostuvo Fortunato Mallimaci, sociólogo de la religión perteneciente al CONICET y especialista en temas relacionados con la Iglesia Católica. “Estos beneficios no respetan la pluralidad religiosa y constituyen un privilegio otorgado a las jerarquías católicas que no corresponde a un país democrático”, agregó Mallimaci.

En el mismo sentido se pronunció el ex diputado nacional Luis Zamora. “Es algo completamente repudiable. ¿Por qué los judíos, los evangelistas o los ateos deben mantener a una iglesia en la cual no creen?”, se preguntó el referente de Autodeterminación y Libertad, quien se hizo famoso por ser uno de los pocos legisladores que rechazó tajantemente la jubilación de privilegio que le correspondía como diputado.

¿No será que de tanto decir, decirlo y decirlo, nos condicionaron de tal manera, que a pesar de ésta injusticia, siempre, volvemos a estar diponibles para dar la otra mejilla?

Mientras el Bendito Silencio de la Iglesia continúa siendo el exponente máximo de seguridad, que les permitió ser la institución más exitosa de la Humanidad, a las personas como yo, que escriben estos artículos, ya nos han destinado a perder la Salvación, a cocinarnos en el Infierno, el destierro civil, o terminando con nosotros como brujas…quemados en la hoguera.

De tanto insistir con estos métodos de miedo, han logrado que nadie hable, a pesar que en dicho afán, se llevaron puesta la imagen de un Dios Bondadoso, por uno perverso, controlador y malvado.

Escribió Julio César Ruiz

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