Un receptáculo para abandonar bebés

 

¿Deshacerce de los bebés pudiéndolos vender?
En la tierra del Papa, reflotan una vieja idea de Inocencio III, abandonada en el 1.800
https://www.elmundo.es/elmundo/2006/12/17/internacional/1166341892.html
Abandone aquí a su bebé
Las madres pueden deshacerse de sus hijos en condiciones de anonimato y seguridad
ROMA.- Es imposible no verlo. Sin embargo, los peatones que pasan ante el armatoste de ladrillo, acero y cristal que emerge de la acera de uno de los suburbios más destartalados, pobres y marginados de Roma tratan de desviar invariablemente la vista hacia otro lado. En el fondo, es comprensible. Porque ese artefacto moderno y reluciente revela uno de los secretos más dolorosos e infames del barrio: el abandono de niños.
Se trata de un aparato para que las madres que quieren deshacerse de sus bebés lo hagan en condiciones de higiene y seguridad, evitando así que abandonen a los recién nacidos a la intemperie o en el contenedor de la basura, como ha sucedido en alguna ocasión.
“No lo abandones, confíanoslo a nosotros”, reza el cartel que, desde el pasado día 6 de este mes, advierte, en seis lenguas y junto a la elocuente foto de un recién nacido, del uso al que está destinado este artilugio. Se trata de una cabina que en el interior contiene una cuna en la que una mujer puede depositar, en el más absoluto anonimato, al hijo del que no puede hacerse cargo.
“Funciona de manera muy sencilla”, cuenta el doctor Piermichele Paolillo, responsable de neonatología del Policlínico Casilino de Roma y padre de esta criatura. “La cuna está dotada de un doble sensor de calor y de peso, de manera que cuando una mujer deposita al niño en la cuna, en el servicio de urgencias del hospital salta una alarma. Mediante una cámara de vídeo que sólo enfoca a la cuna, la enfermera de turno comprueba si efectivamente ha sido dejado un niño. Si es así, un auxiliar médico acude hasta él, lo recoge y lo trae al hospital”.
Ha sido el elevado índice de abandono de niños que se registra en esta barriada a las afueras de Roma, situada al final de la casi interminable vía Casilina, habitada por multitud de inmigrantes y en la que se encuentran algunos campamentos de gitanos rumanos, lo que ha empujado al doctor Paolillo a poner en marcha esta iniciativa: en los últimos tres años han sido abandonados un total de 28 bebés en la zona, dos de ellos en un contenedor de basura. “Uno logró sobrevivir y el otro, desgraciadamente, no”, señala el médico a EL MUNDO.
Fue precisamente Rachele, una recién nacida encontrada abandonada el 15 de julio de 2005 la que hizo que este médico tomara conciencia de que había que hacer algo para atajar el problema.
“Estaba limpia, con el cordón umbilical bien cortado, envuelta primorosamente en un pañuelo muy bonito. La abandonaron en la parte de atrás de una furgoneta cuyo conductor paró en una estación de servicio a tomarse un café. Logró sobrevivir, pero corrió un gran riesgo, tuvo muchas posibilidades de que algo se torciera y saliera mal. A partir de ese momento decidí que nunca más”, afirma Paolillo.
Madres sin recursos
Esa experiencia le llevó a resucitar, en versión moderna, los tornos que en la época del Papa Inocencio III se pusieron en marcha en los conventos italianos para acoger a los bebés abandonados por sus madres. Un sistema que fue abandonado en 1800 y que ahora regresa en versión de alta tecnología.
Pero el problema sigue siendo el mismo y viejo problema de entonces. Madres que, por el motivo que sea, dan a luz a un bebé del que no pueden, no saben o no quieren hacerse cargo y deciden abandonarlo. Cada caso es distinto, pero la falta de medios económicos suele agazaparse detrás de la inmensa mayoría de los abandonos. Y esta es una zona con un porcentaje elevadísimo de inmigrantes que nadan en un mar de miseria y penuria.
El Policlínico Casilino ostenta el vergonzante récord de toda la región del Lazio en nacimientos prematuros: el 13% frente al 6,5% de la media regional. De la misma manera, el porcentaje de pacientes extracomunitarios de este hospital también es superior a lo habitual: de los más de 1.700 niños que el año pasado nacieron en este centro, más del 37% eran hijos de extracomunitarios, frente a la media regional del 19%. “Pero lo último que quiero es que este servicio se interprete como un incentivo que invita al abandono”, subraya Paolillo. “Es tan sólo un instrumento para evitar que un embarazo acabe en tragedia”.
Por ahora, nadie ha utilizado aún la cabina abandona-bebés. Pero los expertos no creen que eso dure. Ahora mismo, en el Policlínico Casilino hay cuatro bebés que fueron abandonados y que esperan los trámites judiciales para ser dados en adopción. “Y Dios sabe cuántos casos habrá de los que ni siquiera llegamos a enterarnos, cuántos bebés morirán en el parto o después y serán enterrados sin que nadie lo sepa. Ojala que este servicio valga para evitar todo sufrimiento y dolor”.

caja

No ocurriría ésto en la Argentina por cuanto los tratantes de bebés perderían muchísimo dinero. ¿Deshacerce de los bebés pudiéndolos vender?

En la tierra del Papa, reflotan una vieja idea de Inocencio III, abandonada en el 1.800: Abandone aquí a su bebé

Las madres pueden deshacerse de sus hijos en condiciones de anonimato y seguridad

ROMA.- Es imposible no verlo. Sin embargo, los peatones que pasan ante el armatoste de ladrillo, acero y cristal que emerge de la acera de uno de los suburbios más destartalados, pobres y marginados de Roma tratan de desviar invariablemente la vista hacia otro lado. En el fondo, es comprensible. Porque ese artefacto moderno y reluciente revela uno de los secretos más dolorosos e infames del barrio: el abandono de niños.

Se trata de un aparato para que las madres que quieren deshacerse de sus bebés lo hagan en condiciones de higiene y seguridad, evitando así que abandonen a los recién nacidos a la intemperie o en el contenedor de la basura, como ha sucedido en alguna ocasión.

“No lo abandones, confíanoslo a nosotros”, reza el cartel que, desde el pasado día 6 de este mes, advierte, en seis lenguas y junto a la elocuente foto de un recién nacido, del uso al que está destinado este artilugio. Se trata de una cabina que en el interior contiene una cuna en la que una mujer puede depositar, en el más absoluto anonimato, al hijo del que no puede hacerse cargo.

“Funciona de manera muy sencilla”, cuenta el doctor Piermichele Paolillo, responsable de neonatología del Policlínico Casilino de Roma y padre de esta criatura. “La cuna está dotada de un doble sensor de calor y de peso, de manera que cuando una mujer deposita al niño en la cuna, en el servicio de urgencias del hospital salta una alarma. Mediante una cámara de vídeo que sólo enfoca a la cuna, la enfermera de turno comprueba si efectivamente ha sido dejado un niño. Si es así, un auxiliar médico acude hasta él, lo recoge y lo trae al hospital”.

Ha sido el elevado índice de abandono de niños que se registra en esta barriada a las afueras de Roma, situada al final de la casi interminable vía Casilina, habitada por multitud de inmigrantes y en la que se encuentran algunos campamentos de gitanos rumanos, lo que ha empujado al doctor Paolillo a poner en marcha esta iniciativa: en los últimos tres años han sido abandonados un total de 28 bebés en la zona, dos de ellos en un contenedor de basura. “Uno logró sobrevivir y el otro, desgraciadamente, no”, señala el médico a EL MUNDO.

Fue precisamente Rachele, una recién nacida encontrada abandonada el 15 de julio de 2005 la que hizo que este médico tomara conciencia de que había que hacer algo para atajar el problema.

“Estaba limpia, con el cordón umbilical bien cortado, envuelta primorosamente en un pañuelo muy bonito. La abandonaron en la parte de atrás de una furgoneta cuyo conductor paró en una estación de servicio a tomarse un café. Logró sobrevivir, pero corrió un gran riesgo, tuvo muchas posibilidades de que algo se torciera y saliera mal. A partir de ese momento decidí que nunca más”, afirma Paolillo.

Madres sin recursos

Esa experiencia le llevó a resucitar, en versión moderna, los tornos que en la época del Papa Inocencio III se pusieron en marcha en los conventos italianos para acoger a los bebés abandonados por sus madres. Un sistema que fue abandonado en 1800 y que ahora regresa en versión de alta tecnología.

Pero el problema sigue siendo el mismo y viejo problema de entonces. Madres que, por el motivo que sea, dan a luz a un bebé del que no pueden, no saben o no quieren hacerse cargo y deciden abandonarlo. Cada caso es distinto, pero la falta de medios económicos suele agazaparse detrás de la inmensa mayoría de los abandonos. Y esta es una zona con un porcentaje elevadísimo de inmigrantes que nadan en un mar de miseria y penuria.

El Policlínico Casilino ostenta el vergonzante récord de toda la región del Lazio en nacimientos prematuros: el 13% frente al 6,5% de la media regional. De la misma manera, el porcentaje de pacientes extracomunitarios de este hospital también es superior a lo habitual: de los más de 1.700 niños que el año pasado nacieron en este centro, más del 37% eran hijos de extracomunitarios, frente a la media regional del 19%. “Pero lo último que quiero es que este servicio se interprete como un incentivo que invita al abandono”, subraya Paolillo. “Es tan sólo un instrumento para evitar que un embarazo acabe en tragedia”.

Por ahora, nadie ha utilizado aún la cabina abandona-bebés. Pero los expertos no creen que eso dure. Ahora mismo, en el Policlínico Casilino hay cuatro bebés que fueron abandonados y que esperan los trámites judiciales para ser dados en adopción. “Y Dios sabe cuántos casos habrá de los que ni siquiera llegamos a enterarnos, cuántos bebés morirán en el parto o después y serán enterrados sin que nadie lo sepa. Ojala que este servicio valga para evitar todo sufrimiento y dolor”.

Escribió Julio César Ruiz

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