Territorios de compra-venta de bebés en Argentina

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La Argentina está dividida en 4 territorios/fuente o fábricas de bebés dedicados a la provisión y envío de criaturas para consumo nacional e internacional. La importancia de cada una de ellas, está relacionada con la cantidad y calidad de los bebés que cada uno de estos lugares tiene como características físicas de estos pequeños.

Estos lugares involucran a 13 provincias argentinas:

  • Nordeste Chaco, Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Formosa y Santa Fe.
  • Salta
  • Santiago del Estero con su cabecera en Añatuya.
  • Zona de Cuyo San Luis, La Rioja, Catamarca, San Juan y Mendoza como cabecera.

Características comunes de estas zonas

Al menos la primera y la segunda zona de mayor tráfico de bebés, Nordeste y Añatuya, poseen características similares:

Grandes extensiones territoriales con fáciles vías de fugas hacia otras provincias o al extranjero, ya sea por vía terrestre o por vía aérea. En el caso de Añatuya, a través de 12 pistas de aterrizajes clandestinas.

La conformación de crisoles de razas hace posible que existan bebés estéticos con rasgos europeos, con las características físicas que comúnmente requieren los adquirentes.

En dicho mercado los varones son más caros que las nenas, y dentro de los precios, también variará la oferta y el consumo en orden al color de piel de ojos y de pelo del “producto”[1] que se desea conseguir.

Gran cantidad de Juzgados de Paz, que son los funcionarios encargados de “registrar” o “blanquear” las inscripciones que se realizan.[2]

Para el caso de la fuente Nordeste, la importancia en cantidad de niños sustraídos es mayor por cuanto la triple frontera de países (Argentina, Brasil y Paraguay), facilitan la extracción fácil del país por las zonas fronterizas cercanas, a los centros comerciales de bebés.

Fuerte intervención y ganancia de funcionarios públicos, abogados, médicos, enfermeras, personal hospitalario, escribanías, dueños de hoteles, etc.

Los miembros del clero, en la mayoría de los casos están exentos de ganancias económicas como móvil de dichos negocios ya que han logrado la popularización que han divulgado ellos mismos y convertido en un paradigma como es: “los niños se crían mejor con familias pudientes”. Para este caso, la trata de bebés les reditúa un tráfico de influencias muy importante, ya que proveen de “hijos ilegítimamente entregados a famosos, políticos, funcionarios, empresarios, y personalidades del poder con lo que los mantienen como especies de rehenes para cualquier necesidad personal que precisen más adelante.

Cómo iniciamos las investigaciones del Tráfico de Bebés

La Fundación Adoptar, entre el mes de marzo 2002 y octubre del 2006 tuteló y administró el 102-El Teléfono del Niño, una línea de escucha para los más pequeños. Esta línea fue instalada inéditamente en Tucumán. Por defectos en las comunicaciones, cuando un niño o un adulto, marcaban estos tres dígitos desde Santiago del Estero para comunicar alguna vulneración, el requerimiento se escuchaba en nuestro Centro de Operaciones de Tucumán. Fue éste el motivo por el cual luego de recibir tantas denuncias sobre venta de bebés, nos dispusimos a investigar sobre los hechos espeluznantes de cada relato. En septiembre del año 2005, desembarcamos en esa ciudad, con un grupo de voluntarios, dispuestos a investigar si esa información era cierta. A las pocos horas de comenzar nuestro trabajo, ya habíamos recogido innumerables testimonios sobe las distintas modalidades con que se extraían los bebés.

Características generales de la zona de Añatuya

Los destinos a los cuáles van dirigidos pueden ser:

La incorporación a la pornografía y la prostitución infantil, la mendicidad, el desguace de órganos, el uso de bebés para sexo oral en bodegones latinoamericanos, la utilización de sus genitales para el transporte de sustancias prohibidas y hasta para la utilización de sus cuerpos en ritos satánicos.

El caso particular de Añatuya a 190 km de la capital de Santiago del Estero, República Argentina

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Añatuya es una ciudad distante 196 Km. de la capital de Santiago del Estero, República Argentina. Tiene una densidad poblacional de aproximadamente 140.000 habitantes según la información oficial, aunque en la práctica y apenas se comienza a estudiar la relación inscripción con la cantidad real de habitantes, se observa que hay muchos más certificados por el Registro Civil, que personas viviendo dentro de su territorio.

Posee índices socio económicos alarmantes (INDEC, 2001), la gran mayoría de sus habitantes, viven en la marginalidad. De un modo directo o indirecto, el 70% de la población vive del tráfico y la trata de bebés, ya como compradores para la reventa, ya como profesionales incorporados al sistema delictivo, como funcionarios de toda índole, miembros del clero, etc.

La presencia e Imperium del Arzobispado entre la población de Añatuya es inmensamente extraordinaria y se destaca al observar cómo la actividad del pueblo se organiza y desarrolla alrededor de sus múltiples e inmensos edificios enclavados al lado de barrios pobres, calles de tierra, sequedad que reseca la piel y familias o mujeres jóvenes y siempre pobres con promedios de 4 a 5 hijos cada una.

También llama la atención una especie de edificio de retiro o claustro que alberga a más de 50 monjas, jóvenes, en acción pastoral directa y venidas de distintas partes del mundo. Nada de lo que pasa o deja de pasar en Añatuya puede estar fuera de control, supervisión o autorización del Arzobispado del lugar. La misma autoridad clerical, señala en su página Web, que su función en esas tierras es: “erradicar la vivienda rancho de adobe y paja” en una población con “muchas mujeres solas con hijos de distintas uniones, alto porcentual de embarazos adolescentes”, en “una situación de “emergencia” sanitaria en todo el territorio.”

Es increíble escuchar en testimonios que tenemos grabados, la manera en que se construyó el barrio La Merced, de más de 500 casas humildes. Decidimos llamarle “el barrio de las viviendas evolutivas”. A las mujeres pobres que viven en la zona, por cada bebé que entregan se les construye una pared. La pobreza, la marginalidad, la indigencia y la miseria, son los fundamentos que explota el Poder Vernáculo de Añatuya, compuesto por una clase social dominante, formada por jueces, abogados, médicos, parteras, monjas, sacerdotes, funcionarios del Hospital Regional, del Registro Civil, de los Juzgados de Paz, defendidos férreamente por supuesto por policías, comisarios e intendentes de turno, que reciben las migajas o destellos de esa dominación.

No pasa desapercibida para la población común que cada vez más, Añatuya se está llenando de sectas, de otras religiones, merma de casamientos religiosos, de bautismos, como la muestra de un contento que si no se dice no se nota. El Arzobispado, ha colaborado en esta especie de naturalización social de la entrega de bebés con frases que han ideologizado a esas mujeres y han servido de verdaderos estigmas para la población en general como que: “Los niños se crían mejor con familias pudientes”.

Las madres entregan sus hijos en la mayoría de los casos por promesas de entrega de un terreno o una casilla de madera, un lavarropas, una licuadora, un trámite “gratuito” para inscribir sus hijos mayores fuera de tiempo en el Registro Civil o una bolsa de harina, con la cual sus hijos mayores podrán tomar durante dos meses, mate cocido, con tortilla a las brazas con madera de quebracho, siempre presionada por la pobreza y contaminada su voluntad por el hambre.

La precarización social y su instalación social como hecho insuperable, sostiene sumergidos a los supervivientes de Añatuya, en especial mujeres, por un lado sin sus hombres, que suman a la falta de instrucción los residuos de una civilización machista, que los marca como que ellos deben tan sólo procrear y trabajar, último elemento éste, que tan sólo se da en changas, o trabajos a destajo y esporádicos, que por la circunstancia de miseria los cambian por una botella de vino, o por 2 kilos de grasa vacuna para amasar.

El propio Arzobispado, casi con la impunidad que le da el Poder sobre la zona, y sin ruborizarse, en su página Web relata esta situación que señalamos, de un modo dramático: “Para la mujer, si no es docente, enfermera, empleada estatal o doméstica, no hay ningún otro tipo de trabajo”

Ninguna de las mujeres que testimoniaron sobre la manera en que fueron víctimas de la sustracción de sus hijos recién nacidos, reconoce la coerción de la que fueron o son objeto. Tampoco hablan del varón ausente en esta historia. Ellas asumen como un pecado mortal que las conducirá al Infierno ser pobres y tener hijos habiendo tanta gente pudiente que evitaría su mala vida o su muerte.

Mientras la muerte circula y sirve como estímulo para la entrega, entregan sus hijos sin culpas a cambio de migajas. Como es ésto tan cruel que se sienten que serían juzgadas por la propia la propia sociedad que las vio nacer.

Ellas conciben los nueve meses de su embarazo con un tremendo estado de vulnerabilidad y el acto de parir, como la desocupación esporádica, para volver a recomenzar ese circuito malvado, pero con la ilusión que en algo podrán volver a colaborar con el grupo familiar, aunque más no sea por el agradecimiento de tener a dónde dormir.

El efecto de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana en este sentido ha sido tremendo, al punto que ha logrado concientizar a grandes Sociedades en el mundo entero, que con los mismos métodos y sistemas ayudan a vender sus hijos, desde la cuestión de filosofía de vida hasta la compra venta concreta en donde el clero está involucrado.

Esto es tan así que en Añatuya, una nena embarazada sabe por anticipado que no puede quedarse con el bebé y lo tiene que entregar por que es una niña. Una mujer adulta por que es soltera y otra adulta y casada por que tiene en su rancho otros hijos a los cuáles no puede mantener.

El gran negocio lo sustentan la participación de mafias que están conformadas por delincuentes comunes sumamente organizados y hasta con códigos asociados con funcionarios públicos que les brindan impunidad a cambio de coima.

Escribió Julio César Ruiz


En apartado “A dónde van los bebés vendidos aclararemos porqué le llamamos “producto”. En misma editorial haremos mención a quienes son los compradores que requieren los bebés con papeles o sin papeles.

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