Los argentinos somos derechos y humanos
De los vapuleados, degradados, manoseados y nunca considerados ni reconocidos en sus íntimos derechos humanos, Marcela y Felipe Noble Herrera, por ser objetos de la venganza, lo único que quedará para la posteridad, es que en la Argentina, se “defienden los Derechos Humanos”…a pesar de los Derechos Humanos.
Los políticos y funcionarios, con la complicidad de mesiánicas y enriquecidas defensoras de los derechos humanos, cuyas máscaras, por estos días se caen a pedazos, aún desde la lona, siguen queriendo defender lo indefendible: la amoralidad, que han cometido desde siempre y que les ha valido, el olvido y el alejamiento de las verdaderas Madres de los Pañuelos Blancos.
Por un raro sortilegio diabólico, los enemigos, que se odian, por pertenecerse y deberse tanta energía unificadora, durante tanto tiempo…se copian, se mimetizan, se calcan…prueba de ello, es esa imagen, increíblemente idéntica que mostraban los militares, de cara al mundial de fútbol de 1978, cuando el ministro de facto Harguindeguy hizo imprimir 250.000 obleas que se pegaban en los autos, como consigna publicitaria para que no se vea la realidad de los desaparecidos de aquel entonces.
Y ahora… nuevamente, una hipocresía miserable que se repite, como uno de los actos de desquites más crueles nunca vistos en nuestro país. Maniobras, de perversas, que simulan defender derechos humanos, mientras ocultan, a pesar de saberlo, la desaparición, de nuestros más pequeños, hacia destinos inconfesables, en un promedio de 12 bebés por semana, nada más que de Añatuya, Santiago del Estero, una de las tres fábricas de bebés que operan en la Argentina.
Esos bebés que mientras usted lee esta editorial, con la complicidad de políticos y funcionarios, continúan sustrayéndose. Esas criaturas, que pertenecen al olvido, o al otro “Plan Sistemático y metódico del Robo de Bebés”, de niños también, a los cuales se les niega conmiseración, por no pertenecer al período 76/83 y a la atención humanitaria de verdaderas “organizaciones” de “bendecidos subsidios, estafas, condecoraciones y prebendas políticas, económicas y familiares”.
En 12 años, no hemos podido inquietar a ningún político, ni funcionario, ni a estas autodenominadas defensoras de derechos humanos, a pesar de haberles rogado ayuda para impedir que nuestros niños sigan siendo vendidos para fines ignominiosos como: cumplir roles de hijos en cualquier lugar del mundo, ser agraviados en la pornografía y en la prostitución infantil, explotados en la mendicidad, vaciados en el tráfico de órganos, o utilizados sus genitales para el traslado de drogas o comprados para destrozarlos en ritos satánicos.
Usted, cuando tenga la oportunidad de modificar objetivamente el destino de este país, no pierda de vista estas imágenes, que corresponden a la realidad diaria de nuestros bebés, que con sus caras, claman por Justicia, sin tener quién pida por ellos, en un territorio obsceno, donde de lo único que se habla es de las próximas elecciones y de la infamia de un Canciller, que trata de mal paridos a los que quieren ensuciar a los estafadores.
Escribió Julio César Ruiz