Los bebés argentinos buscados por europeos
Los adoptan ilegalmente en el Nordeste
Aunque en menor medida que en los países centroamericanos, el tráfico de niños también afecta a la Argentina, principalmente con fines de adopción ilegal.
“El aumento de la pobreza en el país coloca en una situación crítica a un número cada vez más amplio de madres”, explicó a LA NACION Norberto Liwski, integrante del Comité de Derechos del Niño de la ONU.
Si bien en la Argentina predomina la venta de bebes para el mercado interno, también se han registrado casos de adopciones internacionales.
El tráfico internacional tiene lugar en el nordeste del país, en Misiones y, en general, en las zonas fronterizas con Paraguay y Brasil, según una investigación llevada a cabo por la organización Defensa de los Niños Internacional (DNI), con sede central en Ginebra. Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe son, además de Misiones, las principales provincias “proveedoras” de niños.
La trabajadora social Gloria Báez, a cargo del Departamento de Prevención de la Violencia Familiar del Ministerio de Bienestar Social de Misiones, dijo, preocupada, a LA NACION que las denuncias sobre tráfico de niños “van en aumento”. Según testimonios de detenidos en causas de tráfico de bebes, conseguir un niño traído de Paraguay e inscripto en los registros argentinos como propio cuesta entre 1500 y 5000 dólares. Si se trata de una venta al extranjero con fines de extracción de órganos, el monto puede trepar hasta los 20.000 dólares, según la enfermera Nelsy Fugliestaler de San Vicente, que estuvo detenida dos semanas en una causa por tráfico.
Los argentinos que adoptan niños ilegalmente dentro del país suelen ser matrimonios de clase media, profesionales, empresarios o comerciantes. Los extranjeros, por su parte, vienen de Estados Unidos, Francia, Alemania, Noruega, Suiza e Italia, según el informe de DNI. Liwski explicó que el niño argentino es atractivo tanto para las parejas que buscan bebes con características asimilables a las europeas como para los que prefieren los rasgos indígenas.
También hay quienes denuncian que el tráfico en la Argentina está vinculado al turismo sexual. “Muchos europeos vienen al norte del país en busca de chicas, y, en algunos casos, de chicos. Son como excursiones en las que tienen sexo “, dijo a LA NACION Zulita Fellini, jueza del Tribunal de Oral de Menores N° 2 y autora del libro “Delito de tráfico de niños”.
Según la magistrada, la legislación argentina en el área es insuficiente, dado que sólo abarca el robo de niños y deja afuera temas como el turismo sexual y la paidofilia.
Informe de César Sánchez Bonifato