Diario la-Croix Francia: "Miles de argentinos…"

Miles de argentinos no conocen su verdadera identidad

Versión en francés

El Tráfico y la Trata de Bebés en Añatuya, Santiago del Estero, Argentina

Reproducción de una nota realizada a:

Luis Verdina, Presidente de la Fundación ¿Quienes Somos? y a

Julio César Ruiz, Presidente de la Fundación Adoptar de Argentina

Por Angeline Montoya, Buenos Aires 25.11.2011

Para diario la-Croix.com de Francia (Versión Original)


Las dificultades en la adopción de la pobreza y la promoción de las adopciones ilegales y el tráfico de bebés en la Argentina

Como adultos, estos niños tienen grandes dificultades para conocer su origen

A los 37, Inés está segura de una cosa: no es la hija biológica de quienes en realidad la apropiaron.  “Siempre he sospechado: mis padres eran de 45 años cuando yo nací, y no se parecen. Pero abrí los ojos que en los últimos años “, dice. Ella no habla con su madre adoptiva, de este tema ya que tiene 84 años de edad: “Sería demasiado doloroso para ella”. Sin embargo, su certificado de nacimiento no menciona la adopción. Oficialmente, ella es de hecho su hija.

Como Inés, más de tres millones de personas no conocen su verdadera identidad en la Argentina, de acuerdo con diversas organizaciones no gubernamentales.

“Hablamos mucho de los niños nacidos en cautiverio durante la dictadura de 1976 a 1983 y robados por los militares, pero nunca la difícil situación de miles de niños robados, vendidos o traficados en los períodos de democracia”, explica Luis Verdina, fundador de la asociación Quienes somos (“¿Quiénes somos?”).

Una figura controvertida, Marisa Graham, es Secretaria de Estado de Niñez, Adolescencia y Familias, no niega la magnitud de la trata de niños y dice: “El problema es lo suficientemente grave por lo que no es necesario agregar ceros”, dice.

LA POBREZA ENDÉMICA

Por un lado, un sistema de adopción lento y engorroso (algunas parejas dicen que esperan hasta diez años) y la pobreza de otros, endémica, han llevado a la existencia de una red bien organizada con participación de enfermeras, médicos, policías, jueces, e incluso religiosos, que captan mujeres embarazadas en dificultades, sobre todo en las provincias más pobres en el norte.

“En algunos casos, las mujeres dan a sus hijos para evitar el estigma de ser madres solteras”, dijo Julio César Ruiz, Presidente de la Fundación Adoptar. “Pero más a menudo es la miseria que lleva a entregar al bebé por dinero, una bolsa de harina o una casa. En otros casos, el mismo personal de los hospitales, les hacen creer a las madres, que sus bebés murieron en el parto y ya están enterrados”

“DOCE BEBÉS DESAPARECEN A LA SEMANA”

Según Julio Ruiz, “…sólo el 25% de las adopciones son tramitadas por el sistema legal”. “En muchos casos, los bebés van a Europa, no sólo para cumplir roles de hijos, sino también para ser incorporados en la prostitución o la pornografía infantil”.

“Los precios que se pagan, son entre 40 000 y 80 000 €: todo depende del sexo (un niño es más costoso) y si es rubio y de color blanco la piel, el precio es mayor”

“En la ciudad de Añatuya, Santiago del Estero, de 20 000 habitantes hay una tasa de desempleo del 65%, y la desaparición de un promedio de doce bebés por la semana”. “Es una verdadera fábrica de bebés”, denuncia Ruiz.

NO HAY AYUDA PARA ENCONTRAR SU IDENTIDAD

Silvia, que no podía tener hijos, tenía 26 años en 1973. “En una oficina de adopciones, nos ofrecieron niños grandes”, recuerda. “Me alojé en un hotel en un pueblo de la provincia de Misiones, y dos meses más tarde, me dijeron que una mujer que tenía seis hijos y no podía mantener el séptimo había dado a luz”“La enfermera de maternidad fue la intermediaria para la entrega”

Con el tiempo, estos bebés se han convertido en adultos. El estado no les da ninguna ayuda para encontrar su identidad. Entonces, las redes han surgido en Internet, las ONG intentan ayudar o al menos comienzan a agruparse.

Buscan la creación de una identidad nacional, las pruebas de ADN libre para todos (no sólo para los niños nacidos durante la dictadura), y una ley que protege a sus padres adoptivos: “Yo no  quiero que por mi culpa, mi mamá termine en la cárcel”“La adopción puede haber sido ilegal, pero fui criada por esos únicos padres que conozco, que nos amaron y nos aman”, dice Inés.


 

 

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