Madre…hay una sola
Soy un hombre a los que llaman viejo. Soy adoptado y mi mamá, fue, es y será siempre mi mamá, mi única mamá. Aquella que me curó cuando estaba enfermo, aquella que me llevaba de la mano para que no tenga miedo ni me perdiera, la que compartió conmigo su patrimonio y su apellido, aquella que me enseñó a sumar y a multiplicar.
Nunca necesitamos apelar a ningún órgano, físico ni lírico, para entender que ella fue, es y será mi mamá y yo su hijo a quién tanto amó.
Alguien inventó una manera extraña de nombrar tan bella y simple relación y nos denominó…¡Hijos del corazón!, quizá creyó que esa frase unía, cuando en realidad diferencia, porque tan sólo diciendo mamá es suficiente para señalar tanto Amor.
Imaginemos que a partir de ese amuleto discursivo, hay hijos de la panza y otros del corazón, como si unos y otros no fueran lo mismo, como si la procedencia orgánica pusiera alguna diferencia entre unos y otros o como si hubiera dos formas de ser mamá.
Hijos del zapallo, hijos del repollo, hijos de París, hijos de la panza o del corazón…siempre necesitados buscar un término que determine el lugar perfecto desde donde aparecimos…“La panza”, un órgano tan ligado a la digestión y fundamentalmente a la expulsión.
Recuerdo, cuando tenía 4 años, mis abuelos me decían que yo había nacido en un repollo. A los siete, me cambiaron la verdura y resultó que había sido de un zapallo. Pero, la verdad no tardó en llegar…en realidad me habían engañado, ya que los hijos los traía un pájaro blanco, con un pico largo que partía desde París.
Como tengo siete hijos biológicos, advertí en estos años de papá que la única diferencia que puede haber entre unos y otros hijos, es que unos nacen de un parto y los otros llaman a las puertas de nuestras casas cansados de tanto caminar.
De todas maneras, todos los hijos…somos adoptados, incorporados y aceptados en un hogar y quizá sea por eso que amamos y agradecemos tanto a nuestros padres, aunque algún escritor trasnochado se desespere por establecer la fortaleza del vínculo según el lugar desde donde venimos.
Si Ud. comprendió esto, advertirá que…
Escribió Julio César Ruiz