La prostitución de niñas vírgenes

Ayer luego de leer el artículo titulado: “Red de prostitución infantil: 500 mil pesos pagaban por niñas vírgenes”, me pregunté:

A los hombres, la virginidad de una mujer, no nos causa ningún efecto físico importante, especial o preciado, más aún, hay conductos vaginales angostos, que pueden provocar una sensación similar, lo que implica, que al no potenciarse el placer sexual desde este punto de vista, la verdadera satisfacción que busca una persona al relacionarse con una niña, no es la virginidad, sino la niñez en sí misma, la fragilidad, ya no de la par sino de la víctima, ante la cual, puede desplegar una supremacía, un poder, un goce y todas las perversiones posibles surgidas del sometimiento de la criatura, condición esencial de la pederastia, de un hombre con evidentes dificultades para ganarse el aprecio voluntario de una adulta,  un temeroso que esconde una incapacidad sexual, que a los postres resulta ser lo mismo.

Esta cuestión de la virginidad, comenzó con la Iglesia Católica, ya que antes de la Virgen María (madre de Jesús) no se tenía conocimiento de la existencia de alguna virgen, al menos desde el punto de vista popular y menos aún, que la virginidad sea un atractivo tan interesante como para prometerle a una niña, que si se somete a un señor mayor, carpintero él,…llamado José, pueda parir un dios.

Escribió Julio César Ruiz

 

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