Si no lo querés dámelo a mí…
Nos hemos propuesto como el comienzo de una nueva era en Argentina, ir escribiendo conceptos, detalles, mitos, curiosidades, errores y creencias que escuchamos y vemos en nuestras casi dos décadas de estudios e investigaciones sobre la adopción en nuestro país.
Es importante ésto por cuanto significa recrear, aclarar, discutir públicamente lo que hasta acá se ha mantenido como un misterio, con más el silencio absoluto desde las instituciones que debieran haberse ocupado de una profícua información pública sobre una temática tan importante como es El Instituto Jurídico de la Adopción cuya repercusión social es tan maravillosa como su concepto mismo: ser la única otra manera de tener un hijo.
Para tal fin vamos a tomar casos de la realidad y en este sentido nos pareció importante comenzar por el que manifiesta por sí mismo la imagen inserta al comienzo de esta editorial. Dejarlo pasar a este vehículo sin decir nada sería convalidad la naturalización de cuestiones que bordean el delito de una manera públicamente impune y que a nuestro criterio la Justicia debe corregir urgentemente.
No podemos ni siquiera calcular qué ideología tiene el dueño de esta camioneta que se desplaza cotidianamente por las calles céntricas de Tucumán. Tampoco podríamos definir si se refiere a un sentido de caridad de alguna creencia religiosa o a algún concepto moral personal de su ideólogo.
El primer pensamiento que se nos ocurre es que podría oficiar como una especie de “caza-bobos” para los que pudieran “necesitar” un bebé o de los que por comodidad quisieran “deshacerse” de un bebé.
Luego nos sobrevienen más preguntas tales como: ¿Qué hace el autor de este invento cuando le dan un bebé?. ¿Qué hizo con los bebés que recibe o recibió?. ¿Qué entidad tiene para entender que puede transformarse en un intermediario de la suerte o destino de un recién nacido? ¿Quién le otorgó esa licencia si para ello la Sociedad ha delegado tal rol en instituciones públicas administradas por el Estado?
Estas son las cosas que ocurren a lo largo y ancho del país donde de a poco hemos ido migrando: desde el interés por el otro a la desidia de lo que le pasa, de la protección al prójimo más vulnerable a la tolerancia sin límites en contra de él, de la ley de protección integral de los niños a la indolencia de lo que viva, cómo viva y lo que le pase.
Vamos a proceder a poner en conocimiento de la autoridad jurisdiccional este caso a fin que determine judicialmente sobre el particular.
Escribió Julio César Ruiz