La mamá cactus pariendo violencia

En Argentina, las víctimas de femicidio, cuando aún faltan cuatro meses para terminar el año 2023 llegan a 226, esto es una mujer o niña muerta cada 39 horas. Por supuesto, sin contar la desolación que queda detrás de ellas.

Los funcionarios y políticos para solucionar esta circunstancia tan sólo hacen intentos espásticos tales como:

– Poner más policías.

– Hacer leyes que los agresores ni se enteran que existen.

– Regalan timbres parar tocar cuando una mujer entra en pánico, que según dicen suenan no se sabe muy bien dónde, por supuesto mientras duren las baterías.

– Inauguran bancos rojos en las plazas, como homenaje a las muertas.

– Instalan comisarías especiales para mujeres.

– Crean ministerios con infraestructuras carísimas que sirven sólo para conchabo de amigos y parientes.

– Jueces dictando perimetrales, especies de cercos invisibles, que determinan con eficiencia, cuando ya es tarde, hasta dónde no debía haber llegado el delincuente.   

En estos 20 años, los derechos humanos han sido fagocitados por las fauces insaciables de Hebe de Bonafini y Estela Carlotto. Hoy por las calles del país, las únicas organizaciones que deambulan son las de los piqueteros, mendigando alguna miga cuando las untadas a sus protectores comienzan a escasear.    

Argentina es un país donde, hasta los más inteligentes pensadores, no comprenden que el lenguaje es Generativo y confunden, por ejemplo Educación que la proveen los padres dentro del hogar, con Instrucción, que es la actividad que desarrollan las escuelas cuando enseñan las tablas de multiplicar, cuántos metros tiene el Himalaya o cómo se llama el rio más largo del mundo.

Este ninguneo o cancelación del sistema familiar (Educación/Hogar) es el lugar perfecto en el cual recibimos entrenamiento para ser buenas personas, malas personas o el condicionamiento para ser víctimas de cualquiera.  

En este pequeño video los invito a escuchar esta descripción de la Mamá Cactus.

Si prestamos la atención necesaria podremos descubrir, que la solución de esta particular ganas de matar o la naturalización inconsciente de que se puede ser víctima se enseña en el hogar y es una función esencial de la madre, que determina dónde y cómo se plantan las semillas de los valores.     

Recordemos que la profesión de padres es la más importante de la Historia de la Humanidad y se recibe el título sin estudiar, el mismo día en que nace nuestro primer hijo.

Quizá el Hogar, sea el lugar perfecto, donde encontremos el huevo de la serpiente y debajo de él, la punta de tan sangrienta madeja.  

Escribió Julio César Ruiz

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